¿Cuántos años tengo?

Francisco Olavarría Ramos
2 min readNov 24, 2023

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Cuando me preguntan por la edad que tengo, siempre les respondo con otra pregunta: “¿qué aporta este dato a la conversación?”. Es así como hago activismo diario, con signos pequeños que me dan la oportunidad para cuestionar un sistema que nos limita, pero que muchas personas todavía no lo consideran importante.

No tengo problemas con mi edad, nací el 7 de agosto de1980 –por si quieres felicitarme– pero sí, con estas microviolencias que agreden mis derechos a vivir como quiera, sin atender a ningún estándar que condicione este dato con lo que son decisiones y valores a los que no voy a renunciar. Mi propósito es que todos seamos libres, que la edad no sea un lastre, una cárcel o un dato vergonzante.

El edadismo es un fenómeno universal que no sólo afecta a los personas mayores, sino, como argumentaba anteriormente, a personas de mi edad y menores. Para todos es un mal porvenir, a unos por ser inexpertos u egoístas y a otros, los más mayores, personas con goteras, caducos, una carga para las arcas de los Estados y para colmo, seres asexuados y repugnantes.

Conviene dedicar unos segundos a hablar de las mujeres, que como siempre se llevan la peor carga. A ellas se les hace desaparecer de los medios de comunicación cuando “se atreven” a lucir canosa cabellera o no someterse a la agresión al cuerpo con cirugías estéticas. ¿Qué hay de antiestético en lo natural?, me pregunto. Se les critica con más vehemencia cualquier decisión sentimental o se les presupone que deben servir al varón para proveerle de confort y amorcito en la vejez. En clave de salud, las mujeres mayores apenas disponen de recursos para denunciar la violencia machista o son víctimas de infradiagnósticos por entenderse que la edad es la causa de todos los males.

Por un lado, el dinero que genera la enfermedad y, por otro, la búsqueda de la eterna juventud, impuesta, son los grandes enemigos de los que hay que hablar y visibilizar las vejeces lúdicas, positivas y saludables, porque al sistema capitalista es insaciable y quiere exprimir nuestros recursos hasta el último momento. Condenándonos a una carrera en la que siempre vamos a perder.

Cualquiera al que le importe un mínimo su dignidad, autonomía y la de sus pares, y la de sus abuelos en particular, debería cuestionarse estos prejuicios que no son reales, que los hemos aprendido y aceptado sin cuestionamiento, y que están profundamente cargados de odio, además de sumarse al activismo que denuncia este sistema perverso. Desde aquí, os animo a celebrar cada cumpleaños como lo que es, una fiesta de vida y cuando te pregunten por los años que tienes, diles lo que yo: ¿para qué quieres saberlo? Porque su curiosidad puede tener oculto un propósito edadista.

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Francisco Olavarría Ramos

Licenciado en Marketing y Comunicación. Emprendedor social con formación en gerontología y discapacidad. Autor del manual didáctico ‘El micro-edadismo’