365 días sin discapacidad
Está claro que las personas con discapacidad son las primeras interesadas en reclamar políticas que les brinden igualdad de oportunidades y acceso pleno a todos los ámbitos de la vida para tener el máximo de necesidades atendidas, pero la pregunta es qué hacemos los demás, los que aún no experimentamos una condición de dificultad similar, para que todo eso suceda.
Con la llegada de un bebé, su familia, especialmente sus progenitores, se enfrentan a múltiples retos, que solventan con el asesoramiento de profesionales y expertos en la materia, y con algunos consejos de la comunidad. A partir de esta obvia aproximación, las personas cualesquiera que sea su situación reconocemos nuestro desconocimiento e insuficiencia de recursos y formación para todo, desde resolver civilizadamente un conflicto de pareja, realizar una gestión telemática o llegar sin pérdida a una localización donde nos citaron. Estas situaciones son habituales y estamos acostumbrados a pedir ayuda, bien a un profesional, conocido o bien recurrir a una aplicación informática. Pues bien, lo sé, no he hecho un gran descubrimiento, la formación es fundamental siempre y, para aproximarse a la discapacidad, es aconsejable dejarse orientar por las entidades competentes y sus especialistas.
Cumplido lo anterior, se me ocurre que todos deberíamos escuchar sus reclamaciones y no entorpecer las mismas. Por muy bien intencionados que queramos ser, muchas veces pecamos de saber cómo actuar, con qué medios contar y cuáles son sus necesidades, siendo héroes de una historia que no es nuestra, pero en la que podemos añadir valor, siendo promotores de la autonomía personal. Pequeñas acciones, como reclamar asistencia, apoyos técnicos y generosidad, pueden despertar conciencia y sumar aliados. Desde una reseña en Google, una queja en un establecimiento que no cumple normativa o reclamando paciencia y empatía, cuando toca, para un servidor público o complicidad para interponer una denuncia asociada a la condición de discapacidad, si se diese el caso.
Debemos aplicar la inclusión en todos los espacios de los que tenemos la suerte de participar, en el mundo laboral, educativo o del ocio, en las relaciones de afectos, deseos y amistad, facilitando oportunidades laborales y encuentros en la medida de las posibilidades de cada uno.
Hoy, Día de las Personas con Discapacidad, me ha parecido procedente hacer esta reflexión que debería interpelarnos a todos, más allá de nuestra condición sin discapacidad. Espero que, con estas ideas, y la voluntad colectiva, seamos el cambio que necesitaremos, porque no es improbable que en algún momento experimentemos la discapacidad en carne propia o en el entorno más próximo. Los 365 días.